domingo, 9 de septiembre de 2012

EL MEJOR DÍA


Hoy fue un día muy especial para mí. Todo empezó cuando me alistaba a ir rumbo a mi querido Rasday, eran como las 3:30 am, me levanté, fui al baño como de costumbre, me alisté y listo. Tenía que llevar una Tv. de 21', la caja se rompió, todo un caos, para eso ya eran las 4:15 am, que dolor de cabeza fue llevarlo hasta el paradero y mi "vuelo" salía a las 4:45, bueno, contra todo llegamos (porque obviamente me acompañaba mi eterna y fiel amiga: mi mamá), después fuimos a la agencia y encima me cobraron 10 soles por la Tv., que mal.
El ómnibus salió a las 4:55 am., yo de calor-frío y con unas ganas de no sé que hacer, algo me decía que empezaría el mejor día de mi vida. Luego de la acostumbrada siesta de viaje, aunque solo eran 2 horas, no las debía desaprovechar, y así fue.
Llegué a la Curva de Rasday al promediar las 6:35 am, ya que el bus había avanzado bien, y después de los pagos correspondientes, bajé del mismo; una llovizna intensa me esperaba y encima nadie quería llevar la Tv. (¡¡¡la encargaron!!!) el colmo y al mismo tiempo las 4 escobas y los dos recogedores que también había llevado.
Puesto las botas preparadas para la ocasión - que les contaré que nunca las olvidaré puesto que las plantas eran de lisas, osea, no tenían suela - enrrumbé ese largo camino que ya empezaba a sentirlo cerca, pero que hoy se hizo el más largo ya que lo hice en 2 horas, sí son 2 horas interminables (cabe mencionar que hacía ese trecho en solo 40 minutos), cada  paso que daba era el más gratificante, diálogo directo con Dios pidiéndole fuerzas para seguir, la mochila pesaba, pero mis piernas estaban como en las nubes, luego de la dura batalla, me ocurrió la primera caída, semejante caída diría, un resbalón que me hizo ver estrellitas, pero los colchoncitos aguantaron la caída fortísima.
Caminaba y caminaba, las botas no ayudaban, las caídas eran ya parte de la rutina,de repente apareció mi primer ángel (diría triple, porque fueron 3 pequeñines) y me ayudaron con la bolsita de los zapatos y la papa que llevaba para la semana; les pedí que les avisaran a sus compañeros y se fueron presurosos.
Pero, ¡oh, no! la mochila, la mochila se rompió (bueno solo las asas) y rodó por los casi 15 minutos de cuesta que había logrado subir ¡tenía que bajar a recogerla! no sé como lo hice, pero lo hice.
Tenía que continuar, sabía que no vendrían a verme y esta vez cantándole al Señor, continuamos. Grande fue mi sorpresa, encontré a mi segundo ángel que me ayudaría con la mochila hasta la ¡escuela!, Gracias Diosito.
Había llegado a escuela , casi gateando, cuando recibí una noticia: Había una nueva profesora, que hacer, pensé que ahora seríamos dos, pero no, venía a reemplazarme, que pena.
Empecé a dar informes de mi labor hasta el día de hoy a la nueva docente (que de nueva solo era su llegada, ya que solo le falta 3 años y cesa) cuando recibí la noticia que el carro pasaba a las 11 y eran las ¡10:15!, nunca llegaría; luego de consultar a la comunidad había una buena noticia, existía otro ómnibus que salía a las 12 m.
Alisté las pocas cosas que regresaría a Trujillo (las otras se las pase a la maestra) en una superbolsa que hay Diosito, me hizo botar sudor de primera, las gotas caían una a una y yo cada vez más rápido avanzaba cuando la bolsa, sí la bolsa se le rompió una asa y ahora, comencé a silbar de impotencia, creo que fue el silbido más fuerte que hice porque ni yo me oía jejeje.
Luego de seguir intentándolo una y otra vez, mi tercer ángel apareció, una linda señora que me ayudó a salir de esa cuesta que me mataba.
Cuando ya no creía seguir y justo  cuando terminaba de agradecer a mi angelita, de la nada mi cuarto ángel me ayudaría a terminar casi todo el camino con la bolsa a sus hombros... ¡¡¡Qué bello mi Dios, no estaba solo!!!
Llegué a la curva, al paradero, y que sorpresas me llevé, la primera, no podía sacarme las botas, la segunda empezó la llovizna nuevamente, la tercera, no venía el carro y peor aún, me voy a un pollo a orillarme y tremenda araña que me encontré en mi hombro, que miedo. Dos camionetas no quisieron recogerme, que tristeza me dio.
Dios se manisfestaba de muchas formas me hizo interiorizarme conmigo mismo, hablar con él como antes, seguir y después de la llamada de mi quinto, sí quinto ángel, así como lo leen, mi amigo Wálder que con su llamada me llenó de alegría y paz, me dijo que no desesperara que ya vendría el bus y que bus vino, nada que ver, fue la camioneta del mismísimo alcalde Sinsicap, que después de convencerlo de llevarme por lo menos a Simbal, me subí a esa camioneta, no sé cómo, pero lo hice de un solo brinco, creo que fue la desesperación.
La llovizna era intensa, pero en la misma tolba iba junto con estudiantes de las comunidades vecinas, tremendos héroes que querían sobresalir, estudiar así sea muy lejos de sus hogares, uno a uno fueron bajando en sus destinos y yo sentado rumbo a Simbal y la lluvia que no dejaba de caer.
Al fin llegamos a la Plaza de Armas de ese bello distrito y me bajé, estaba en un lugar donde sabía que ya podría regresar... que bueno.
Regresé conversando con el chofer del cúster, ya estaba en Trujillo, después subí al colectivo que me regresaría a mi hogar, que hogar nada tiene, por otras cuestiones que ya anotaré después, y acá estoy luego de ese día maravilloso: mi mejor día.

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